Restaurante Trigo en Valladolid
Restaurante Trigo
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

Añadir vino por copa

Precio desde:
37,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
53 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.2
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.4
Comida COMIDA
8.6
Precio medio entorno ENTORNO
7.5
RCP CALIDAD-PRECIO
8.2
Butifarra” de lechazo con hilos de chile y berenjena
Atún con tallarines de colirrábano, huevas de lima  y coulin de pimientos
Cochinillo con melocotones
Petit fours
Virrey con salsa de tomate y cebolla escabellada
Puerro, morcilla y almendras
Poularda en dos texturas
Virrey con cuscús
Cigala sobre una base de caldo con mollejas de cordero y alcachofas de Tudela
Opiniones de Trigo
OPINIONES
40

Es posible que no fuera el mejor día ni el mejor menú de esta casa. Probamos uno , llamado festival de 55 euros más pan y agua. Viendo otros, creo que no es el mejor de la casa, parece que los ha habido mejores. Local discreto , algo oscuro , gente amable. Me cuesta opinar cuando la impresión no es favorable, pero de eso se trata…y si no , lpara qué escribir??. Dicho con todo el respeto y la más absoluta subjetividad, Trigo no nos gustó y además en casi todas sus facetas. Ni el local , ni la atención al vino ni lo principal, la comida. El menú que probamos nos pareció correcto , pero tendente a lo plano , falto de emoción , sin encontrar nada que nos estimulara realmente, sin mirar mucho a la tierra  , pero a la vez sin nada negativo o claramente criticable. De esas cocinas que ,cuando sales ya no recuerdas. Me quedo con  un caldo de potaje con trompetillas de la muerte y tocino??. Nos gustó , con sabor, tenía  personalidad, de proximidad. Tampoco nos gustó la presentación de los platos. Disposiciones  incomodas , poco funcionales. El huevo envase de  la royal con patata, los aperitivos sobre una fuente de garbanzos crudos que no se comen pero se pegan y si no tienes cuidado te puedes tragar alguno..la ostra con líquido en una fuente sin plato individualizado...se derramaba. En fin algo incómodo. El servicio amable parecían buenas personas, la verdad, ahí lo dejo. Y las posibilidades con el vino amplias , pero mis expectativas se vieron frustradas. No encontré le punto de conexión con la persona encargada de los mismos , si es que éste era posible. Me resultó muy estereotipado y con discurso aprendido que al menos en mi caso , no permitía la interacción y el disfrute dinámico y natural que es lo que me gusta. En fin no fue una buena experiencia, sobre todo porque no nos gustó el estilo y eso es algo muy personal

Mi primera vez desde que le dieron la estrella, ahora mismo, creo, que es la opción más gastronomica de esta ciudad, respecto a cocina de autor, pero se me puede llevar la contraría, esta también viña paramesa  , con una opción de pinchos de autor , pero no conozco mas .

 

Se nota la distinción, mas personal en sala, como comente a Víctor, cocinero y propietario, siempre tenia el recuerdo de verle por la sala haciendo de todo, en esta ocasión apareció al final, sin embargo la que no puede faltar en la sala es su pareja y también propietaria Noemí, una persona encantadora, que trasmite una paz al hablar y por supuesto muy profesional.

 

Tiene dos menús muy ajustados de precio, uno de 40€ y el mas largo de 50€, iva incluido, escogimos el “Festival” el mas largo.

 

Empezamos con un cóctel, sin alcohol, de melón, dos tipos de melón, el de piel de sapo  y el cantalupo, uno es espuma y otro en jugo, rico.

 

Seguimos con los aperitivos “cinco bocaditos” , crujiente de alga , el Nori  , presentado como un rectángulo hueco y con unas huevas de trucha encima , la verdad ,  nos dejo fríos , en el centro una falsa hoja de arroz , rellena de verduras  y una mayonesa de alioli , correcto y en este pase acabamos con un muslito de anca de rana con cebolla , correcto también , no son los aperitivos que mas nos han entusiasmado .

 

Seguimos con otro aperitivo, presentado en una pequeña vajilla con forma de hocico de cerdo, original,  rillete de pato, rebozado con pan de tinta de calamar, con la forma de croqueta, este mejor.

 

Acabamos el mundo bocadito con una interpretación del bocata de morcilla con pimientos,  con forma de dos macarrones, de los dulces, textura liofilizada y correcto sabor, original, aunque para mi, más potencia, muy suave.

 

Empezamos con los principales, y aquí ya se fue notando una mejoría, en los sabores, nada que objetar a las técnicas, hasta ahora.

 

Ensalada de verano, base de patata, sobre esta sardina marinada, pimiento rojo y amarillo, un rico sorbete de pepino y un aire de anchoa, ahora si amiguitos, a esto hemos venido.

 

Hígado de pato, frutos rojos, Romero y bayas, el siguiente pase, también dio la talla, un foie de pato, cubierto de gelatina, y de frutas rojas en distintas texturas, aquí es fácil  , cuando trabajas con un buen producto y lo combinas con algo que va bien , acierto seguro , este es el caso.

 

 Cucurbitáceas, bacalao y mollejas de lechal, la flor de calabacín rellena de brandada de bacalao, sobre una base de calabaza, mollejas de lechal, un calabacín enano y brotes, seguimos bien, gracias.

 

Apartado pescado, Vieja, de roca blanco, de las Islas canarias, marcado a plancha, acompañado del guiso del propio pescado, patata, berberecho y mejillón, muy rico.

 

Acabamos con cochinillo confitado, apio nabo, verduritas y sobrasada, buen final salado, no suele fallar en esta tierra, aunque no sea a la manera tradicional.

 

Empezamos bien los postres, una mousse de queso de oveja, muy suave, crujiente de miel, polen y crema de brandy, el toque amargo del brandy, le da otra historia, me gusto, quizás a mí mas que a mis acompañantes.

 

Si se arriesgaron con el brandy, no se quedaron cortos con el siguiente.

 Regaliz, cereza, mousse de regaliz, pero con sabor a regaliz, vamos riesgo, yogurt en distintas texturas, frutos rojos y por encima una compota de cerezas, me puse tibio, un postre, que yo preguntaría a la gente si le gusta el regaliz.

 

Unos elegantes petits para el café y el gin de millers a 6,36€+iva.

 

Para beber, tenían cositas, me tome un verdejo, de los diferentes, Parajes 2011, 18,18€+iva, dos copas de tinto Cillar de Silo, 2,27€, por copas, limitado, como casi siempre, el servicio de pan, eso si rico pan, a tres euros.

 

Como siempre una buena velada , se come rico , se bebe bien y se paga lo justo , creo que no se puede pedir mas , no suelo discrepar de los comentarios de Isaac , pero en esta tierra de asados , si que se arriesgan , no es la cocina creativa ,a la  que estamos acostumbrados los que nos movemos mucho , pero para la zona , creerme que es rompedora , cada zona tiene su aquel , y en mis muchas visitas a Valladolid , no me cabe duda de que es lo mas creativo que encontrareis , sin ser la leche , pero utilizan sus técnicas , no puntuó mas la cocina , porque sinceramente los aperitivos , no estuvieron a la altura de sabor , que espera , esto es muy subjetivo , pero es asin .

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Víctor Martín y Noemí Martínez abrieron hace once años el restaurante Trigo en Valladolid. El año pasado, la guía Michelin les otorgó una estrella, siendo en la actualidad el único restaurante en Pucela con tal distinción.

El local se encuentra situado en una calle tranquila cerca de la catedral. La sala resulta sobria pero acogedora por esos tonos suaves y la utilización de la madera. Aun estando a pie de una céntrica calle, el silencio se sobrepone al bullicio y verdaderamente se alcanza ese punto de relajación necesario para disfrutar.

Desde el punto de vista culinario, la propuesta de Trigo está más cerca de la tradición que de una línea más rompedora. Víctor se mantiene fiel al producto de temporada, especialmente en la utilización de las verduras de la huerta vallisoletana. Se percibe que el restaurante ha ido creciendo poco a poco siendo muy fiel a los gustos de la clientela local y sin plantearse riesgos gastronómicos.

Para ver post completo http://www.complicidadgastronomica.es/2018/05/trigo/

Cocina: 7

Vino: 7

Entorno: 7,5

RCP: 7,5 

Tenía en mente visitar algún local nuevo de la zona, Dámaso o la botica, pero teníamos tan buen recuerdo de nuestra primera visita, que entre esto y la posibilidad de disfrutar de los magníficos pintxos de Valladolid, al final optamos por repetir.

El local sigue siendo un acogedor restaurante gastronomico, con no demasiadas mesas, las justas para un perfecto servicio , la sala la lleva una de las dos personas que regenta el local, la femenina, mientras que la masculina se encarga de la cocina ,aunque en mi anterior visita también andaba en sala.

Tienen un equipo que lleva ocho años con ellos y se nota.
Pasamos al menú, tienen dos, escogimos el festival, un pelin mas largo.
Empezamos con unas aceitunas de buen tamaño rellenas de brandada de bacalao, y una creación de patatas paja, en forma de arañita, los ojos eran aceituna verde, aperitivos para los tres.

A continuación en un estuche con tres departamentos, airbag de ensaladilla rusa, cucurucho de trucha marinada y berza y una galleta de torrezno.
Pasamos al vermu golfo, una pequeña creación con textura de jamón dulce, con aceituna verde y cítricos.

Seguimos con mas aperitivos , aceituna de arbequina y tomate en polvo , a primera vista , la típica esferificacion , sin embargo la sorpresa esta en lo sencillo de la textura , se trata de aceituna para untar , aderezada por el tomate en polvo , nos gusta mucho esta variedad de aceituna y nunca la habíamos comido en forma de mantequilla, me refiero a la textura , decir que el aceite es de un pueblo cercano , esta variedad se esta plantando en todos los sitios , me alegro ,nos gusta mucho.

A continuación empezamos con creaciones de mayor tamaño, un rico carpaccio de gamba roja, con, ahora si, esferificaciones de arbequina, helado de gazpacho de cereza, cereza y gelatina de ajo negro, plato de estrella.
Pasamos a un plato, para mí mas bien estrellado, rosbif con tomate, sin sabor ninguna de las dos cosas, para mí un plato prescindible.

Se nos vuelve a alegrar el paladar con un plato de bonito con su cebiche, eso si a su manera, mazorquitas de maíz y cebolla roja, encurtida.

Acabamos con un plato de lechazo churro con patata y berenjena, rico, buen final para lo salado, bueno no exactamente, ya que antes del postre te sacan un poco de queso de la zona, casualidad ya había comprado el mismo en mi paseo por Valladolid.
Acabamos con el dulce, para mí unos ñoquis de leche de oveja y su suero y mini torrija y para Ana el postre del menú, yo pedí ese cambio.

Dulce menestra, diferentes creaciones y texturas basándose en chirivia, berenjena con un poco de cardamomo, zanahoria con hilitos de azafrán, helado de azafrán, tulipa de soja y pimiento rojo, bonita y dulce creación.
Petit fours para el café y el gin-tonic de Indogin, una ginebra mas y ya no se ni cuantas existen, decir que me gusto.
Para beber verdejo caraballas, me gusta mucho, digan lo que digan de los verdejos, a mi plin.
Para el lechazo una copa de tinto roble, ribera del duero, sorprendente, bastante acidez, muy agradable, tres ases se llama.
Para el postre una copita de tokaji, a 4,59+iva , la de tinto ,2,7+iva y el caraballas,16+iva , buenos precios y el menú festival ,38,18+iva ,magnifico.
A Uxue le sacaron un poco de arroz, con tomate recién rallado, suficiente, había comido tres pintxos, teniendo en cuenta que también le sacaron los mismos aperitivos que a nosotros, los 12,72+iva están mas que bien.
Servicio de pan, 2,72+iva por persona, lo avisan en la carta y es de los que no te importa pagar, buen pan y variedad, torta de aceite, castellano, gallego, rustico y de cereales, decir que solo nos cobraron dos servicios y acabamos con el de aceite.
El gin, 7,27+iva, muy bien, infusion, 2,27+iva.
Resumiendo, para no perdérselo si andáis cerca.
Quiero aprovechar, para los que no conozcáis Valladolid, deciros que el nivel de pintxos es de lo mejorcito que tenemos, no por nada, se hace el campeonato de España de pintxos en esta tierra.
Los zagales, viñaparamesa, el jero , la tahona , etc , son recomendaciones seguras y el nivel de restauración también es muy alto.

Un imprevisto de última hora fue la causa de que termináramos comiendo en este restaurante vallisoletano del que tan buen recuerdo teníamos de visitas anteriores. La idea inicial era disfrutar de su menú degustación, pero durante un par de semanas de noviembre lo sustituyen por un menú micológico. Dicha propuesta se enmarca dentro de la Jornadas Gastronómicas de las Setas de Castilla y León, que en 2014 llega a su XIII edición, y en la que participan un buen número de establecimientos hosteleros de la región. Como a los cuatro comensales nos encantan las setas, no nos supuso problema alguno el cambio del menú, así que tras decidir con qué vinos lo acompañábamos comenzamos la comida:

- SNACK DE HONGOS Y FALSA TRUFA DE CIRUELA: unas cortezas fritas con sabor a boletus y unas ciruelas pasas rellenas de foie constituyeron este entrante que no terminó de convencerme.
- CENTOLLA CON HONGOS, ESCAROLA Y CÍTRICOS: el enunciado define perfectamente este plato lleno de contrastes, con sabores claramente diferenciados, y que acabó gustándome. Falló quizás la presentación, un tanto simplona.
- ALUBIAS DE LA BAÑEZA CON TROMPETAS DE LA MUERTE Y BACALAO: una propuesta muy sugerente que al final quedó un poco por debajo de lo esperado debido al desigual punto de cocción de las legumbres. Lo mejor el caldo de las alubias.
- CHICHARRO CON ESCABECHE DE NÍSCALOS Y SÉSAMO: un plato sobresaliente, con el txitxarro impecablemente desespinado y en un punto de plancha perfecto. Lo mejor de la comida.
- ASADO DE IBÉRICO, ANGULAS DE MONTE Y CALABAZA: otro de los platos más destacados, con la carne jugosa y llena de sabor.
- TRUFA AL CARAMELO: postre de bella factura y lleno de contrastes sápidos y de texturas. Ligerito y sin empalagar. Muy bueno.

En resumen, un menú muy atractivo, con platos muy tentadores, pero con altibajos en el resultado como consecuencia de los problemas ya comentados y que en un restaurante de este nivel resultan difícil de justificar. No podemos decir que no disfrutáramos, sino que la comida quedó algo por debajo de lo que este local nos tiene acostumbrados. Como en anteriores ocasiones es justo reconocer la altísima calidad de sus variados panes.

En el capítulo del vino este restaurante tiene uno de sus puntos fuertes, contando con una carta interesante y muchas propuestas fuera de ella. A destacar también el excelente coperío y la formación en materia vinícola del personal de sala. De su oferta elegimos dos vinos gallegos: el blanco Dominio do Bibei Lapola 2010 y el tinto DoUmia 2010, que cumplieron perfectamente su papel de maridar con la comida y con nuestros gustos.

Terminamos la comida con unos excelentes cafés, que nos sirvieron acompañados de unos petit fours de los más irresistibles.

Nueva visita al Restaurante Trigo año y medio después de la anterior y nueva gratísima experiencia.
Opté, de nuevo, por el menú festival, que esta vez nos deparó, después de los aperitivos cortesía de la casa:
- Una minimalista ensalada muy bien presentada y de estupendo sabor.
- Dos entrantes: primero una sardina ahumada con crema de patata y picatostes de pan con saborcito de ajo que me encantó. Apabullante sabor de la sardina. De segundo entrante“arroz” con bogavante que consistía en un caldo de éste último acompañado de arroz que no era tal, sino arroz inflado. Aunque el sabor del caldo era bueno e intenso, al final me pareció que al plato le faltaba esa “chispa” que lo hiciera sobresaliente. Además era el segundo plato de cuchara seguido, lo que me restó entusiasmo a la hora de abordarlo.
- Un pescado: bonito sobre salmorejo de remolacha. Junto con el arroz con bogavante los dos platos que menos me gustaron; sin tener nada que reprochar (al contrario, perfecto punto del bonito) tampoco me llegó a emocionar.
- Caldereta de lechazo. Perfectamente deshuesada, intensísima de sabor, el exterior crujiente… estoy llenando de saliva el teclado mientras lo recuerdo.
- Quesos de la zona. Muy ricos, en Valladolid se hacen ahora muy buenos, y variados, quesos.
- Y de postre, un sensacional y muy sorprendente “aceite de oliva y azafrán”.

Como novedad respecto anteriores visitas, opté por maridar la cena con todo aquel vino que la sumiller estimara oportuno y la verdad es que se subió algo la cuenta respecto de otras ocasiones (donde me había decantado por vinos de la parte más económica de la carta) pero no decepcionó en absoluto. Tuvimos el placer de degustar, con las oportunas explicaciones, 5 vinos distintos (del que alguno además me rellenaron la copa): un verdejo Valdecuevas, un verdejo con barricas “Frontaura” totalmente distinto a los que había probado hasta entonces, un rosado Cillar de Silos, para romperme un poco los esquemas (positivamente) un amontillado para maridar la caldereta de lechazo del que no recuerdo el nombre y un Pineau con el postre. El maridaje para las dos personas nos salió por unos 25 €, precio que intuyo bastante inferior si en lugar del amontillado el lechazo hubiera sido acompañado por opciones más tradicionales.

Sobre lo agradable del lugar, las luces, la mantelería, las copas… ya está todo dicho en anteriores comentarios. Sobre el servicio también, pero merece la pena volver a decirlo: la amabilidad, profesionalidad y simpatía de Noemí y el resto del servicio de sala son excepcionales.

Todo lo comentado más agua, pan y un café, 112 €, precio que mucha gente puede considerar excesivo a cambio de una cena para dos personas, pero que yo creo más que ajustado a cambio de 2 horas de experiencias y sensaciones, todas placenteras.

Encontrándose el Ramiro’s cerrado en nuestra visita a Valladolid, optamos por este restaurante y, sin conocer el anterior, éste nos hizo que no le echáramos de menos.

El local es pequeño y acogedor, decoración muy cuidada, luz tenue y ambiente cálido y muy cómodo, con mesas amplias y gran espacio entre mesas. El servicio, muy atento por parte de la jefa de sala-sumiller.

La carta, aunque no muy amplia, muy cuidada y bastante variada. Cocina creativa, muy buena elección de mezclas de sabores y texturas, gran calidad y trato del producto y excelente presentación. Todo ello muy cercano a una estrella que quizá, siguiendo por ese camino, no tarde en aparecer.

Nos decidimos por elegir de la carta (en lugar de sus dos menús: Menú Festival, 38€, y Menú como en casa, 25€):

- snacks de cortesía: brik de morcilla, trufa de bacalao y canapés de paté (sorprendente la trufa).
- aperitivo de cortesía: ensalada de verduras, muy fresca y suave.

Entrantes:

- Quesos de nuestra Tierra: acertada selección de quesos de la zona con compota de pera.
- “Butifarra” de lechazo con hilos de chile y berenjena: especial textura, sabor y mezcla, nos encantó.

Y como platos principales:

- Cochinillo con melocotones (deshuesado, claro): muy bien presentado y de excelente sabor.
- Atún con tallarines de colirrábano, huevas de lima y coulin de pimientos: en su punto y muy agradable al paladar.

De postre:

- Aceite de Oliva y azafrán.

- Servicio de pan (3,8 €), 2 cervezas (3,4 €), 1 café (2,3 €), 1 botella vino Mauro 11 (30 €). Total: 127 €, buena relación calidad-precio.

Para el final, agradable conversación con Noemí (sumiller) de comidas y vinos, la cual nos recomendó “Cocinandos” en León, y para allá que nos fuimos, …

  • Butifarra” de lechazo con hilos de chile y berenjena

    Butifarra” de lechazo con hilos de chile y berenjena

  • Atún con tallarines de colirrábano, huevas de lima  y coulin de pimientos

    Atún con tallarines de colirrábano, huevas de lima y coulin de pimientos

  • Cochinillo con melocotones

    Cochinillo con melocotones

Hola a todos
Tras una temporada de mero espectador, me he animado a registrarme y dejar mi primera crítica a un restaurante. Y lo va a ser del Restaurante Trigo, ahora mismo uno de los mejores establecimientos de mi ciudad, Valladolid.
El pasado domingo 19 de mayo acudí con mi mujer a comer a Trigo por sexta o séptima vez, y de nuevo salimos encantados y con ganas de repetir. Quizás me pareció menos creativo que otras veces (o quizás soy yo que estoy más “resabiado”) pero igual o más satisfactorio.
El restaurante está muy céntrico, cerca de la Catedral, en una calle peatonal y poco transitada. Decorado con colores neutros y luz tenue, mesas amplias y bien vestidas, y un personal amabilísimo y atento, todo invita a pasar una agradable experiencia.
Mientras trajeron la carta y elegimos, nos pusieron un pequeño picoteo: patatas chips, crujiente de morcilla, una especie de torreznillo que resultó ser lengua de pato y otro par de cosillas. Bien sin más. Observé que la moda de las cervezas artesanas y de calidad también ha llegado aquí, ya que en dos mesas contiguas pidieron cervezas diversas antes de la comida.

Optamos, como otras veces, por el Menú Festival, a nuestro entender la mejor opción calidad precio, ya que por 38 €, IVA incluido, puedes degustar hasta 7 platos, cuando cualquier plato de la carta, tanto entrantes como platos principales, no baja de 19 ó 20 €, y los postres andaban por los 7.
En cuanto al vino, a mi mujer le apetecía vino blanco, por lo que, descartados, para variar un poco, los aquí omnipresentes Rueda, optamos por un godello “Gaba do Xil”, por 15 €. Comentar, en cuanto a la carta de vinos, que, más que extensa, es variada, con vinos bien escogidos, de diversas denominaciones nacionales e internacionales y, sobre todo, con precios muy ajustados y para todos los bolsillos: vinos desde 10 € (K-naia, por ejemplo) hasta los 200 y pico del Vega Sicilia Único.
Y comenzó, nunca mejor dicho, el festival:
- Como pequeño aperitivo, una especie de mousse de espinacas con crema de queso. Muy bueno pero apenas un bocadito.
- Primer entrante: foie con manzana, mermelada de pera y gelatina de Px, acompañado de pan recién tostado. Fabuloso. Se me cayeron los primeros lagrimones.
- Segundo entrante: espárrago y alcachofas de Tudela (de Duero) y mollejas de lechazo. Aquí yo ya no paraba de llorar de la emoción. El plato no es un derroche de creatividad ni tiene cosas raras: sólo un producto de primera (el espárrago se me deshizo en la boca) tratado de manera exquisita, acompañado de un fondo de carne, de los de untar pan hasta dejar el plato reluciente.
- Un pescado: en este caso virrey, a la plancha, con cuscús y dos pequeñas salsas: de pimiento y ajoblanco. Estupendo. Te sales pensando cómo lo harán para una cosa tan aparentemente simple como hacer un pescado a la plancha puede dar resultados tan dispares: del cielo del Trigo al infierno de otros ciertos locales.
- Una carne: costilla, por supuesto deshuesada, de ternera con pimiento asado. Como todo, en su punto. Quizás, al ser trozos muy grandes, justo lo del medio no estaba todo lo jugoso que debiera.
- Queso: tres porciones de quesos, todos de Valladolid: uno de oveja muy curado, otro más suave y un queso “de autor” de la granja Cantagrullas, cremoso y con pimentón, que a mí me encantó pero a mí mujer no le gustó.
- Postre: bizcocho de chocolate con espuma de pistacho y helado de especias. Muy bueno, pero quizás los postres no sean el punto fuerte de Trigo.

Tomamos dos cafés (carillos, no sé a cuento de qué cobrar casi 3 € por cada uno), acompañados de “chuches”.

El pan, que por supuesto te cobran (mira que me parece mal, ¿no sería mejor que cobraran 40 € por el menú y estuviera incluido?, pero ya no encuentro ningún sitio donde no sea así, así que resignación), es, para gozo de los que como yo somos muy “paneros”, estupendo, con, en esta ocasión, al menos 3 tipos para elegir: pan de Valladolid, torta de aceite de Aranda y pan gallego.

Muy buen servicio de vino (y de agua), continuamente atentos para que en ningún momento estuviera la copa vacía, sirviendo apenas un culín para que el blanco no se calentara.

Tuvieron la gentileza de invitarnos a una copa de vino dulce con el postre. Un vino francés, moscatel, cuyo nombre no recuerdo, que abrieron para nosotros (bueno, y para los de la mesa de al lado).
Todo ello por un precio, creo yo que muy competitivo para darse un capricho de vez en cuando, de 103 € los dos. A pesar de ello, un domingo a mediodía, sólo media entrada. Y es que las cosas en Valladolid andan muy achuchadas.

Hacía ya un tiempo que tenía ganas de ir a este restaurante debido a las buenas críticas que había recibido en estas páginas, así que aprovechando que pasábamos por Valladolid de camino a casa hemos parado para cumplir con nuestro deseo. El local se ubica en el centro de la ciudad, junto a la catedral, y a un paso de la plaza Mayor, donde tomamos unos vinos y tapas antes de ir a comer.

El local es de líneas vanguardistas, cómodo, con amplia separación de mesas y una excelente vajilla y coperío. El recibimiento es cálido y cercano, por lo que te sientes a gusto desde que entras. Hay sitios que tienen algo que te dice ya desde el principio que vas a tener una buena experiencia y aquí noté eso desde el minuto uno. La carta es reducida y, según nos cuentan, la cambian continuamente para adaptarse al mercado. Con idea de probar varias cosas pedimos el denominado Menú Festival (38€), que consistió en lo siguiente:
- Snack: patatas fritas y palitos crujientes de pan con distintos sabores.
- Aperitivo: se me olvidó sacarle una foto como ayuda para después recordarlo, pero creo que fue una especie de cremita de berenjena.
- Alcachofas con espárragos de Tudela de Duero: una combinación de estas dos verduras, acompañadas de mollejas de ternera y un fondo de carne. Exquisito.
- Callos de bacacalo al pil-pil: para chuparse los dedos, con el pil-pil ligero para no llenar demasiado.
- Merluza con puré de patata: muy bueno, y eso que el pescado estaba un poquito más hecho de lo deseado.
- Pie de cerdo: presentado en forma de cilindro y acompañando de un jugo de carne, llamaba a la gula.
- Quesos de la tierra: tres pequeñas muestras de queso de la zona de Rueda acompañadas de mermelada de verdura (no recuerdo cuál). El que más nos gustó fue uno de tipo azul, variedad que me parece una rareza para esta zona.
- Postre: una rica crema de frutas con toques de trufa.
Todo el menú se encuentra a gran nivel, sin fisuras, con buen género, buenas elaboraciones y notables resultados. No hay que pasar por alto el excelente pan con el que se acompaña la comida, uno de los puntos habitualmente más flojos de la hostelería. Por cierto, me obsequiaron con media docena de bollitos para llevar para casa, detalle que nos evitó tener que pasar por la panadería a comprar una barra de pan industrial para cenar.

A mis hijas les ofrecieron solomillo fileteado con patatas fritas, riquísimas ambas cosas. Eso sí, cuando vimos la cuenta por cada una de ellas nos habían cobrado 23€ (menos mal que sólo tengo dos), precio que me parece excesivo. Lo compensa el hecho de que el precio del menú degustación es muy competitivo.

La carta de vinos es amplia, pero poco profunda, sin que falten referencias interesantes. Después nos comentó la sumiller que tienen muchos más vinos fuera de carta, pero que los van rotando continuamente. Elegimos un Finca La Emperatriz Garnacha Cepas Viejas 2009 (29€), servido en excelentes copas y con servicio de llenado.

Terminamos la comida con un par de cafés solos acompañados de Petit fours de mucho nivel, y con el deseo renovado de volver en cuanto haya ocasión, eso sí, sin niñas.

"A falta de pan (Ramiros, que no había sitio) buenas son tortas", y el cambió estuvo bien.

Local ya descrito con sus cartacterísticas, muy cerca de la catedral, en la que destacaría la amabilidad de (creo sería) Noemí para preguntar por todo y comentar los vinos. Otra cosa destacable y mucho es la amplia carta de vinos que tiene, muy poco al uso actual y que empieza a ser muy excepcional, con unos precios correctos y sin faltas aunque fuimos a vinos poco frecuentes: Navaherreros 2009, esa garnacha madrileña con una extraordinaria elaboración que engaña en la visual (pasaría más por Pinot Noir que por garnacha) y con más de 14º sin que se noten. Seguimos, o mejor, cambiamos de tercio a una rareza un mencía Devicio 2007 que acabábamos de comprar al mismo precio en tienda (¿?) con una producción de 4.000 botellas y que mayoritariamente se consumen por el propio grupo de amigos productores, y que nos gustó. Gran servicio continuo de copas sin "apretar" para que se acabe la botella; buenos consejos; gran carta.

Antes habían habido un par de matinis blancos, un par de coca-colas y 4 de agua con gas que luego acompañó durante toda la cena de los 7. Por cortesía de la casa: patata chips y palitos de rosquilletas de diferentes colores y sabores

Menú llamado festival: entrante de aperitivo (creo cortesía de la casa) un mini de brandada de bacalao sobre calabaza, la cual estaba poco cocida y demasiado fibrosa. Alcachofas con sepietas muy buen conjunto y muy buen sabor de todos los elementos. Puerro con almendras y morcilla (como si fuera tierra de morcilla) bien conseguido y bien de sabor. Rodaballo con salmorejo de remolacha que si bien el pescado gustó a todos, el salmorejo hubo discrepancias (a mí me gustó). Caldereta de cordero buena y bien de cocción; incluso tuvieron el detalle de cambiar esta carne a uno de los comensales por jabalí que se había quedado con ganas al tener que hacer mesa completa para menú.
Postre: diferentes texturas de maiz incluso con hongo huitlacoche muy bien conseguido aunque hubo quien esperaba algo más dulce para acabar.
Tres cafés sin otro complemento por parte de la casa. Incluso que te cobren el pan fuera del menú; no acabo de entender por qué no se incluye en el precio y punto. Por cierto, muy buen pan.

Sensación final de buen sitio, buena cocina creativa aunque no sorprendente, de raciones bastante escasas, con excelente carta de vinos y buen precio en bodega.

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